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No autorizo a mi hijo a ser fotografiado

En otro artículo (leer artículo), escribí acerca de las implicancias del uso de dispositivos de filmación o captura de imágenes por parte de los alumnos y las repercusiones que esto podría llegar a traer en el contexto escolar. Ahora me gustaría focalizar la atención en la negativa de los padres en permitir que sean tomadas fotografías de sus hijos con fines educativos.

A principios de ciclo lectivo, se entrega a los padres una autorización para que especifiquen si están de acuerdo o no en permitir que su hijo sea fotografiado. En general, la mayoría acepta, pero ¿qué ocurre con la minoría?

Es interesante preguntarse si esos padres son tan conservadores (o si se quiere “protectores”), en todos los ámbitos en donde su hijo lleva a cabo su vida social. Si tuvieran una actitud coherente con esta forma de actuar, por ejemplo, no dejarían que ningún padre de otro estudiante del mismo curso, tomara fotos de su hijo en un acto escolar, incluso cuando el niño se encontrara rodeado de sus compañeros.

Cabe también preguntarse qué grado de confianza tienen estos padres con la institución educativa, que les lleva a tener reservas respecto a este tema.

En cuanto a los chicos, hay un factor que las familias no tienen en cuenta; que un niño que no está autorizado a salir en fotografías, se entristece porque se siente excluido cuando el maestro documenta una actividad y no lo puede incluir. Éste debería ser un factor a considerar.

Los tiempos avanzan, la modernidad irrumpe con toda su fuerza y la escuela se queda estancada en consideraciones estériles y en legalismos “no razonados ni llevados a la discusión”. Y la opinión de los chicos, que cada día tienen más voz y voto (al menos desde un punto de vista legal), sigue siendo silenciada.

 

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