En la provincia de Río Negro existe una reglamentación que permite a los docentes realizar reagrupamientos de estudiantes con criterios pedagógicos. Esto quiere decir que por ejemplo se pueden formar nuevos grupos con los estudiantes de dos secciones pertenecientes al mismo grado. Y así hay muchas posibilidades: se pueden combinar grados para trabajar en talleres o por proyectos, armar grupos de lectura, de apoyo, etc.
El problema aquí es cuando se comienza a utilizar esta herramienta sólo para resolver problemas vinculares.
De este modo terminan haciéndose reagrupamientos cuando surgen conflictos al interior de un grupo. Los docentes separan físicamente a los estudiantes que no pueden estar juntos por razones diversas (porque se distraen, porque uno sufre bullying a manos de otro, porque son “demasiado amigos” y se distraen, etc) y colocan a cada uno en una sección distinta.
Esta resulta una mala idea por varias razones:
1) Se destruye la identidad del grupo y el camino recorrido. En lugar de propiciar encuentros para abordar la problemática grupal y solucionarla, se opta por el camino fácil, alejando al estudiante del problema que lo agobia. Así, éste terminará pensando que todo se resuelve escapando de las situaciones. Me pregunto qué enseñanza le estamos dejando, obrando de esta manera.
2) Algunos niños que en un comienzo no tenían dificultades de relación, comienzan a tener problemas, producto de la incorporación de compañeros con los que antes no se relacionaban o por el alejamiento de sus amigos, con quienes habían tejido una red de contención.
3) Administrativamente resulta complejo, ya que en la documentación siguen figurando como pertenecientes a una sección y en la práctica están en otra. Esto genera dificultades a la hora de tomar lista, hacer informes, buscar estudiantes que se retiran anticipadamente, etc.
4) Se torna desafiante para los docentes de materias especiales, que deben acostumbrarse a tener un grupo diferente al que tenían cuando comenzaron el ciclo lectivo. Esto resulta aún más difícil cuando por ejemplo el docente de Música de 4to A, no es el mismo que el de 4to B. Puede parecer una nimiedad pero en la práctica tiene repercusiones pedagógicas sumamente negativas, ya que los profesores deben volver a conocer a sus estudiantes y éstos, adaptarse nuevamente a otra forma de trabajo.
5) Las familias que formaron un grupo de ayuda (para pedirse las tareas o resolver cuestiones compartidas) de golpe ya no forman parte de la misma sección y deben reagruparse, conocerse, formar vínculos.
Por otro lado, las familias, al ver que esta posibilidad de reagrupamiento existe y es viable, comienzan a solicitar a la escuela que a “su nena la cambien de grado porque Fulanito la molesta”. Sin embargo, no están dispuestos a aceptar que se cambie únicamente a su hija, porque sostienen que así quedaría expuesta frente a sus compañeros. De este modo, se obliga a los docentes a tener que hacer un reagrupamiento general para que este hecho pase desapercibido.
Es importante saber que más allá de existir una normativa que avale ciertas posibilidades, esto no quiere decir que pueda o deba aplicarse tan livianamente o sin hacer un análisis profundo de la situación.
Mucho menos puede permitirse que sea la familia la que exija que se tome una decisión de estas características.
La escuela debe recuperar su posicionamiento social, su identidad, sus normas, su capacidad de tomar decisiones de forma autónoma, privilegiando sobre todo la coherencia y el sentido pedagógico.